lunes, 9 de marzo de 2009

Mañanas Ambivalentes



Madrugadas incesantes que aúllan
Albores que traspasan las auras
Pero a estas albas les da igual instalarse
Ya sea al medio día, al atardecer, a deshoras…


¿No debería consolarme con sus destellos de perpetua primavera?
¿Por qué huyo de ella?
¿Porque mientras más corro, afirmo su aberración furtiva?


Te vendí mis verdades, las no dichas, las alcanzadas por mi memoria
Y aun así reclamas mis rodillas magulladas como ofrenda.
Y si no grito suplicando intercesores es porque tú los serenaste
Con la sonrisa candorosa de los inquisidores…

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