Otra vez la música
! Ahí estaba Juan
todas las tardes-noche de domingo.
Antes estaba el orfeón de la parroquia,
y los coros de las niñas que revolotean
por los andamios amarillos de los maizales,
y los dúos improvisados en cualquier taberna.
La banda solemne,
con su bajo, su clarinete...
por decir algunos.
El silbo de la Zampoña
y el repiqueteo de vuestros tamborines andinos.
La campana de la fiesta,
la zamba y la guitarra para olvidar
abren la sonrisa como flor primaveral de Praga
y sacando el espíritu
ya sea por los bríos y venas del cuerpo solemne.
! Vida gozada, sentida,
sonora, compartida,
soltándose de sí misma !